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viernes, 9 de febrero de 2018

FIBROMA NO OSIFICANTE. VIGILAR Y NO TOCAR

En la Rx de   Javier apreciamos una lesión radiolucente en tercio superior de tibia, excentrica, de bordes lobulados, diagnóstica de fibroma no osificante


El fibroma no osificante es una anomalía común, conocida también como defecto cortical fibroso. La OMS lo define como una lesión ósea no neoplásica de etiología oscura, caracterizada por la presencia de tejido fibroso dispuesto en remolinos, conteniendo células gigantes multinucleadas, pigmento hemosiderínico e histiocitos cargados de lípidos. 
Se considera un trastorno del desarrollo más que una neoplasia. Se observa sobre todo en niños y las localizaciones más frecuentes corresponden al fémur, la tibia y el peroné. Constituye muchas veces un hallazgo casual al realizar una radiografía a un paciente joven por algún otro motivo, y suele alarmar a paciente y familia hasta la revisión en consulta de Traumatología


La lesión tipo defecto Fibroso Cortical tiene características de benignidad, suelen ser asintomáticas y se localiza en la cortical del hueso, alterando la morfología del hueso por la presencia de tejido fibroso. Suelen tener márgenes escleróticos, sin reacción perióstica. Durante la adolescencia suele crecer de forma lenta, pudiendo hacerse latente o cicatrizar (osificarse ) durante la edad adulta. Si son dolorosas suelen ser grandes, y puede estar en relación con la provocación de microfracturas o lesiones de estrés en la zona. En otras ocasiones pueden localizarse en zonas cercanas a inserciones tendinosas, provocando tendinitis y limitación en la actividad deportiva del paciente joven.

El diagnóstico suele hacerse mediante Radiografía simple, reservando el uso de TC para casos que progresan o son dolorosos.

El fibroma no osificante normalmente es excéntrico en su situación y esta lesión involucra más a menudo el canal medular y la corteza subyacente. Se presenta como un defecto radiolucente elíptico, Se localiza en la metáfisis o el área metadiafisaria y exhibe un modelo de crecimiento longitudinal. Los bordes exteriores de la lesión son lobulados, semejando un racimo de uvas. La arquitectura interior tiene una apariencia espumosa. Hay normalmente una corteza de hueso reactivo o esclerosis que rodean la lesión; puede haber adelgazamiento cortical y en algún caso ligera expansión, que puede mal interpretarse como un cambio maligno. No hay reacción perióstica a menos que haya una fractura patológica. 

El tamaño puede variar desde pocos milímetros hasta 5 cm. En general estas lesiones no producen síntomas y se hallan en alrededor de un tercio de los niños. Las lesiones mayores pueden causar dolor y predisponer a la fractura.

Estos fibromas no tienden a transformarse en neoplasias malignas y muchas veces desaparecen de modo espontáneo. Habitualmente no requiere ningún tratamiento, reservado únicamente para lesiones muy expansivas o que provoquen lesiones de estrés y no hayan resuelto de forma espontánea  

Se ha propuesto que un fibroma no osificante que involucran más de 50 % del ancho del hueso en las radiografías simples en dos proyecciones o tiene más de treinta y tres milímetros de longitud puede causar fractura y debe ser tratado. Si la lesión requiere tratamiento, el curetaje intralesional local con injerto óseo es suficiente. 
Si se produce una fractura patológica a través de un fibroma no osificante, la fractura puede promover la curación y puede llevar a la regresión más rápida de la lesión, y por ello evitar la necesidad del tratamiento quirúrgico. 

En el caso de Javier, su pediatra lo derivó al traumatólogo,  también "por tranquilidad de la madre". El traumatólogo coincidió en el diagnóstico y ha establecido una revisión a los 6 meses. La madre de Javi ya está más tranquila.....

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